Mamá, papá
Una pregunta, típica en ciertos ambientes culturales, conlleva una respuesta que suele ser rápidamente respondida en sentido contrario:
- ¿A quien quieres más, a papá o a mamá?
El niño o la niña, después de unos instantes de duda responde:
Pues a...
El interlocutor, sabedoso de la duda dice pues mira...
Entonces el niño o la niña rectifica y dice lo contrario.
Después de dudas y rectificaciones suele terminar con un:
-Pues por igual.
El resultado es el de crear una discusión en la mente del infante.
¿Quieres que tu país sea independiente?
Esta pregunta se ha llevado con una respuesta parecida en Escocia y en Quebec. Lleva el mismo camino en Cataluña. El resultado es parecido:
48% en un sentido ante 52% en el otro.
La respuesta la vemos implícita en la pregunta:
La incapacidad de gestionar una situación por parte de la estructura democrática actual:
Ganan unos frente a pierden otros.
Ganadores frente a perdedores
No nos imaginamos una competición con dos ganadores.
¡No pueden haber dos campeones de Europa en fútbol!
Los records mundiales se miden hast el absurdo de décimas o centésimas para evitar que se compartan o igualen.
¿Será que es tan difícil compartir? ¿Somos prestadores egoístas?
La ideología que hay detrás de todo esto rezuma hasta impregnar nuestra organización social y política.
Se han inventado reglas matemáticas para que el cálculo sea responsable de los resultados, vemos la regla d'Hont por ejemplo.
La trampa de los números
Se nos venden cifras para tranquilizarnos o para ponernos nerviosos.
Se nos venden números y cifras para manipular y falsear.
Valores para estandarizar y arbitrar.
Para justificar, para vender, engañar.
Estamos tan acostumbrados al cuanto vale esto que, a menudo, no preguntamos.
Muchos políticos dominan el arte de los números de manera que se alternan en el poder con una asombrosa comodidad, son lo miméticos de la verdad, nuca sabes ni que chaqueta llevan ni que color tienen, si lo hay, en su corazón.
La impotencia de gestionar
Veamos el tema político.
Por ejemplo la Independencia.
Parece como fuera imposible de gestionar la diversidad de un país como Catalunya.
Como si la cultura fuera una única excusa, como si la economía fuese tan rígida que no se admite ninguna variación de un modelo centralista.
A Cataluña y a España se le domina con una definición de solidaridad incuestionable: mientras que los bancos cobran intereses unos regalan dinero y otros reciben, en cuestión de igualar regiones...
O bien otros ejemplos, como el aborto.
Se reduce el tema a un pulso estadístico, un 51% frente al 49% gana el primero y el otro se aguanta.
¿Tan difícil es gestionar la diversidad?
Pues parece que sí.
Es necesario inventar otras reglas, otro tipo de sociedad y funcionamiento