Futuros indignados
Como catalán siento que están jugando al billar conmigo y mis compañeros. Es una partida a tres bandas con un rey de ajedrez en medio que nadie ve pero que todo el mundo teme. El juego de tres en raya que gana siempre el mismo.
Unos dicen cosa cuando piensan casa. Otros son magos en el engaño y las palabras. Todos prometen un futuro y venden lo que no tienen. Una sociedad que evoluciona hacia nuevas formas y nuevos poderes no se construye con viejos políticos de ideas trasnochadas.
Consultar el qué sin decir el cómo es una trampa dialéctica digna de los socráticos, dónde siempre es Sócrates el que tiene razón.
Estamos bajo un país que manda por el poder que le ha dado la historia, son sus normas las que nos dominan, es su razón la que nos mantiene unidos, no la voluntad común de un país que se podría sentir nuestro si fuese libre.
Como muchos otros odiamos las imposiciones de una cultura que impone toros a ritmo de decreto y en contra de otra cultora que quiere sardanas y barretinas al mismo ritmo.
Sea cual sea el resultado de una consulta que vemos difícil siento que seremos muchos los indignados futuros: por un resultado que no va a gustar ni a unos ni a otros.
Anhelamos un futuro en una Europa que nos una que sea algo más que una una Europa del €, que libere de los yugos nacionales y sea capaz de hacer que los ciudadanos seamos europeos, dónde el pasado sea una anécdota de los siglos de guerras y batallas.
¡Si no llegamos a este futuro seremos muchos los indignados del futuro!
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