Había un país.
Era muy grande, muy poderoso, con un gran ejército, era un
Imperio.
Dominaba gran parte del mundo.
Tenía muchos soldados, armas y dinero.
Le protegían muchas leyes.
Un pequeño gran hombre derrotó su arrogancia.
El mundo le miraba, él desafiante, perseveraba.
Con su tejedera de hilo y sus huelgas de hambre derrotó al
gran país.
Otra historia
Otro país presumía que en él nunca de ponía el Sol.
Robó mucho oro.
Asesinó inocentes .
Dejó tras de sí un rastro de muerte y ladrones.
Tenía muchas leyes para sojuzgar y someter a los pueblos
pequeños.
Un día creó una Armada Invencible, que sirvió para llenar el
mar de cañones y cadáveres.
Inventó un Tribunal de conciencia, dictador de opiniones,
con él llevó a la hoguera inocentes y herejes.
Este país deambuló por los limbos presumiendo de demócrata,
sojuzgando conciencias y oprimiendo minorías.
Destinos cruzados
El primer país fue derrotado por un solo hombre. Con
sus huelgas de hambre captivó al mundo y
todos le aplaudieron, el Imperio no tuvo más remedio que conceder la independencia
y la liberad a la India.
El segundo país llenó las cárceles de gente, dictó leyes y
más leyes, hizo honor a su pasado dictatorial, cuando el mundo vió las cárceles
llenas, cuando vió a los inocentes castigados, no tuvo más remedio
que callar y conceder lo que sus ciudadanos pedían!
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